El Viña Rock y la condición de que somos personas

  • Columna de opinión, por Miguel Muñoz (@miguelmunoz88)

Villarrobledo, Albacete, puente del primero de Mayo. Quizás en pocos lugares, al menos dentro de este país, se producen unas imágenes tan curiosas, contradictorias y llamativas como en esta combinación espacio temporal. El festival Viña Rock, desde que salió del pequeño campo de fútbol de la localidad albaceteña y fue ganando espacio en los alrededores del cementerio, es algo así como una burbuja de 3 (o 4) días con dimensiones espectaculares sólo valorables de forma completa si te sumerges en el festival. El carrusel de coches, caravanas, carpas, puestos, tiendas de campaña, etc. que invaden la ciudad de las viñas hace que su población se multiplique por 8 o 10. Porque claro, por si se han olvidado, todo este despliegue tiene una parte importante: las personas.

Pues sí, esas personas que según la organización del festival hemos batido un récord histórico en el Viña, llegando al aforo completo y siendo capaces de haber comprado hasta 61.000 entradas. Y claro, así de contentos se mostraban en esta entrevista, realizada en los días previos, tanto el alcalde de la ciudad, como el concejal de Cultura y uno de los responsables de la empresa.

A mí, por lo menos, me llaman la atención varios aspectos de estas intervenciones. Hay que tener en cuenta varias cosas importantes y hacer un poco de memoria.  Es el segundo Viña organizado por el nuevo equipo de Gobierno del Partido Popular. El nuevo alcalde, Valentín Bueno, señala que desde su partido siempre se ha estado apoyando el festival. Pero claro, el juego político es como es, y cuando el festival no lo dirigían ellos, pues evidentemente había críticas tales como: suciedad, acampada ilegal, falta de instalaciones adecuadas, presencia de grupos con apología terrorista, etc. Aparte, eso siempre, del tema económico, las deudas y pérdidas o la retribución para el pueblo. Era de suponer entonces que todos estos problemas se solucionarían con la nueva gestión municipal. De hecho, hubo un cierto “temor” e incertidumbre entre algunos asistentes por la permanencia o no del festival tal y como se le conocía. Pues nada, de eso, el festival sigue igual, con ligeros cambios, pero con los mismos problemas endémicos y, en mi opinión, peligrosos.

Seguridad en el festival

Parece macabro decirlo, pero la sombra de la tragedia del Madrid Arena estuvo presente en varios momentos del festival. Así de rotundo, y si bucean en diferentes foros o crónicas posteriores, no soy el único que lo piensa. Dice el alcalde que los jóvenes van al Viña Rock porque saben que están en buenas manos en cuanto a seguridad se refiere. No soy un experto en seguridad ni cosas por el estilo, pero cualquier persona con dos dedos de frente ve determinados accesos obligatorios y únicos por los que tenemos que pasar esas 60.000 y se echa las manos a la cabeza. Puertas de 6 u 8 metros pegadas a muros o a vallas que hicieron que nos econtráramos con situaciones peligrosas en las que miles de personas se agolpaban en las horas punta. Difícil apreciarlo si no estabas allí, sólo con que tres o cuatro personas se hubieran puesto un poco nerviosas, podríamos haber estado hablando de una avalancha. Y quien piense lo contrario y me llame demagogo o exagerado, es que no ha estado en esos momentos. Ojo, esto lleva pasando mucho tiempo, pero con este “récord histórico”, ha sido más habitual. Y lo dice una persona que ha faltado a sólo un festival en los últimos 9 años. De nada sirve liberar un montón de metros de viñedo nada más salir del recinto (presuponemos que eso lo hicieron por seguridad) si el propio recinto es una auténtica ratonera.

La seguridad también se representa con los cacheos exhaustivos que se hacen a la entrada del recinto. Ni la Guardia Civil te toca en tantas partes del cuerpo como los miembros de seguridad del Viña Rock. ¿Y qué buscan? Evidentemente, drogas ilegales no. En teoría buscan navajas u objetos contundentes arrojables. Pero a lo que van, en realidad, es a por la bebida. Ni agua a las 17:00 de la tarde puedes pasar, porque claro, el festival no puede perder dinero y tendrás que comprarte una mini botella a 2 euros. Porque además, las fuentes, dos o tres que hay dentro del recinto, casualmente no funcionan. Además, este año las bebidas dentro estaban mucho más baratas que otros años y bastante asequibles si comparamos con las zonas de copas de cualquier ciudad, con lo que seguramente la caja fuera mayor. Por cierto, los imbéciles que pasan y encienden bengalas rodeados de una masa de gente en primeras filas de los conciertos, para la próxima que reflexionen un poquito antes de salir de su casa.

La expansión de la influencia de la empresa organizadora también hizo que en una zona grande del paseo exterior sólo se pudiera pagar con las fichas oficiales del festival. Porque, no nos engañemos, el Viña Rock es una burbuja representativa del capitalismo extremo a todos los niveles. No pasaría nada si no fuera por lo contradictorio que parece venir de cantar canciones revolucionarias y de apoyo a la clase trabajadora y tal cual. Cuando ha habido impagos a grupos, cuando las condiciones de los trabajadores son dudosas, los grupos que tanto coreamos no son capaces de decir una palabra de crítica contra la mano que les da de comer. El festival se nutre de una parte importante de personas voluntarias, es decir, personas procedentes de todos los puntos del Estado español que le ahorran contratos a la empresa y gracias a su mano de obra (una media jornada de duración más o menos) les regalan la entrada. A mí también me pareció curiosa la respuesta de una de las camareras a las que le pregunté. También era de fuera de Villarrobledo y me dijo literalmente que “les pagaban una mierda, pero les pagaban”. ¿Cuánto es esa “mierda”? ¿Cuántas personas de Villarobledo han sido contratadas directamente gracias al Festival? También pregunté a un par de miembros de seguridad, de los que estaban cortando las calles del barrio adyacente. Al preguntarles por dónde estaba una calle me dijeron que no eran del pueblo. Los bajos precios pueden tener su explicación en todo esto.

¿Beneficio para los villarroblenses?

Son dudas que uno tiene, ¿cuál es la retribución real de este Viña Rock para los ciudadanos de Villarrobledo? Es evidente que muchos ganan algo de dinero, sea alquilando casas, con sus bares o puestos, ofreciendo duchas y entrada al baño en las casas, carga de móviles, inflando los precios también (barras de pan a un euro en las panaderías, por ejemplo). El Viña es un poco el teatrillo de representación de la sociedad llevado a la máxima potencia. Con sus cosas buenas y sus cosas malas. Los hay que se buscan la vida como pueden aunque sea ofreciendo su wáter. Otros que prefieren “hacer el mal” robando algo que se encuentren. Y luego, estamos los que vamos a pasarlo bien. Unos, de forma razonable y otros de forma más destructiva.

¿Y la música? En una entrevista de más de 20 minutos sólo nombran a 3 grupos de 90 que hay. Así, tranquilamente, ¿esa es la importancia de la música para los organizadores? Desde luego, no se nombra a Soziedad Alkoholika o Fermín Muguruza, por ejemplo, grupos criminalizados hasta la saciedad por esa supuesta apología del terrorismo que es, con las leyes en la mano, vender humo. Esos mismos grupos que el PP no quería que tocaran en otras ediciones (recordamos que en 2006 los patrocinadores se retiraron) pues ahora siguen tocando. ¿Cuándo gobierna el PP estos grupos ya están “limpios” o es que han visto que les sale rentable traerlos?

Quizás esta reducción de precios también se explique por el ahorro en el tema técnico, que ha perdido calidad año tras año. Yo es que voy al Viña Rock a ver a grupos, ¿saben? Igual soy un bicho raro, vaya.

Al final, quizás todo se resume bien en una frase del organizador al culminar la entrevista. “Que la gente se vaya con una sonrisa y tenerlos como clientes toda la vida”. Yo me voy con una sonrisa, pero lo de ser cliente, como que no. Soy persona, disfruto de la música mientras siga y de la buena gente que nos juntamos por allí. Al Viña lo odias y lo quieres a la vez.

¿Hasta el año que viene?

Pd: Un fallecido, en principio por causas naturales aunque se desconocen detalles. Se dice que fue en el concierto de SKA-P. Descanse en Paz.

Pd2: Mención aparte merece el tema de los smartphones y las baterías. El no va más fueron los puestos oficiales de la empresa con muchísimos enchufes para cargar cualquier modelo de móvil incluso sin que te llevaras el cargador. Una hora y media, 1,5 euros. Les aseguro que vi colas de varias decenas de personas. Y también les aseguro que varias personas perdieron su apreciado smartphone en todo el trasiego viñícola. Os voy a contar un secreto: hay teléfonos, de esos que usabais antes y que tenéis en los cajones, a los que la batería les dura 3 o 4 días. ¿Sorprendidos?

Un pensamiento en “El Viña Rock y la condición de que somos personas

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